martes, 26 de mayo de 2009

¡Qué tristeza la del indio!

Que triste y negra es la vida
del Indio que Dios no quiere,
que hasta en la iglesia lo hieren
cuando en domingo va a misa.
Entra si lleva camisa
y sombrero de paja, en mano;
al cacique lo llamará "amo"
y al señor cura, "Ilustrísima".

Caminará de puntitas
y hasta aquel rincón, rezando;
a su Dios padre implorando
con la mirada sumisa.
Y allí, plasmada en retablos,
las falacias de dulzura
y trás de todo esto, el Cura
que lo transformó en esclavo.

La Iglesia lo hizo cristiano
con latigazos de fe,
obligado a obedecer
las exigencias del "amo".
Y así, sus callosas manos
a Dios y al "amo" se dieron,
entre bautismos y miedos;
entre santones y diablos.

Que triste y negro destino
del Indio que muere aprisa,
y aún se revuelca de risa
viendo a su "amo", divertido.
Al burgués, que pagó en oro
el sudor de su camisa
y como todo buen fascista
¿Reclama a quién, su tesoro?

Y caminando de prisa,
al doctor busca en su casa;
a la hechicera, en la paja
y al señor Cura en la misa.
Para curar la camisa,
el doctor no tiene ciencia,
ni la hechicera, paciencia
y el Cura no lleva prisa.

... El Indio busca la muerte
que para su buena suerte,
llegó con una sonrisa.

1 comentario:

ESCRITOR QUINDIANO dijo...

ESTO ES NETA POESIA, INSPIRADA EN LA IDIOSINCRACIA DEL PUEBLO, AL CURA TODO LE CREEN Y AL AMO SE LE VENERA,.